"A mí me gusta mucho el tenis de mesa", dice el sensei, que ha sido enviado por JICA como voluntario senior para que colabore con la Federación de nuestro país. Pero así como su amor por este deporte es grande, también lo es su exigencia.
-Sensei, usted salió primero en el Abierto de la República...
-Sí, primero, en Mayores de 45.
-¿Y cuántos años tiene?
-61.
-¡No se not
a!
Pese a que hoy se dedica exclusivamente a la enseñanza del tenis de mesa, Isao Nakandakare aún deja ver, de vez en cuando, al jugador que lleva dentro, tal como lo ha demostrado en el torneo internacional Abierto de la República, organizado en diciembre por la Federación Argentina, o en varias de las competencias que se han realizado en la colectividad.
"A mí me gusta mucho el tenis de mesa", aclara, como si hiciera falta.
Sensei, como lo suelen llamar, llegó en abril como voluntario senior de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), para colaborar, por dos años, con la Federación Argentina de Tenis de Mesa.
En su currículum se destacan un torneo en su época de Junior, dos copas nacionales en dobles, y representante del equipo nacional en 1977, además de haber sido coach del equipo japonés y entrenador de la Universidad de Senshuu.
Ex empleado de la empresa Citizen, entre 1984 y 1988 estuvo en Hong Kong, y luego, entre el 91 y el 94, en Panamá. En el país caribeño también fue instructor de tenis de mesa y colaboró con la federación panameña.
Perteneciente a la "Generación Dankai", los nacidos entre 1947 y 1949, en Japón, y la cual reconstruyó y desarrolló a un país sin recursos naturales hasta convertirlo en la segunda economía del mundo, Nakandakare se reconoce estricto.
"Mi manera de enseñar es muy dura". Y si bien su idea principal es levantar el nivel del tenis de mesa en nuestro país, cree que, desde la base, hay mucho por corregir, según ha observado durante casi nueve meses.
"A los argentinos y a los hijos de inmigrantes japoneses les gusta mucho jugar, pero les falta actitud. Por eso, yo quiero un pensamiento más elevado, un alto nivel de pensamiento para el tenis de mesa", señala, y aclara: "Hay que aumentar la calidad de juego y la calidad humana. Estos son elementos para mejorar el deporte y a las personas".
Con esa idea, además de supervisar entrenamientos de la selección nacional, ha comenzado a dirigir prácticas en Burzaco, Varela, La Plata, José C. Paz, Seibu y COA, y, también, un curso destinado a entrenadores, en donde ha subrayado cuatro puntos que considera fundamentales: corazón, técnica, físico y conocimiento. Son esas cualidades, remarca, las que conforman "el camino del campeón", un sistema que, como tal, depende de cada uno de sus componentes y de sus interrelaciones.
La parte técnica y física no necesitan mayores explicaciones; en "corazón", Nakandakare enumera la educación, la humildad, la actitud como jugador, "ser buena persona, por sobre todo. Eso va a hacer crecer al tenis de mesa". Con "conocimiento", finalmente, el sensei explica: "Es saber por qué es necesaria la técnica, el físico y por qué hay que tener corazón. En Japón, hasta el secundario, los entrenadores enseñan las técnicas, pero luego (al egresar) se está libre de todo y muchos no saben cómo actuar, cómo seguir. Por eso, hay buenos jugadores hasta el nivel secundario, pero luego se estancan. Cuando se llega a un nivel alto, es necesario comprender estrategias y otros aspectos".
A menudo se dice que el tenis de mesa es el deporte con más federados en el mundo, pero en el país de la de cuero, el dato parece ser un mito para aquellos que popularmente conocen el "ping pong". Sensei, sin embargo, se ha sorprendido por la difusión del takkyu en la Argentina, en particular, como así también por el hecho de haber encontrado, acá, a otros Nakandakare, como integrantes de una colectividad nikkei.
Lo negativo, igualmente, lo viene observando en el tema educacional. Sensei recuerda, anecdóticamente, la cantidad de botellas de agua vacías tiradas por todo el estadio en donde se jugó el nacional, en el Chaco, y a una entrenadora de selección con escoba y pala en mano, limpiando el lugar, una vez finalizado el torneo. Es que, aparte de observar a los jugadores, también ve el ambiente y la organización en general, aspectos en los que, asegura, la Argentina aún debe mejorar bastante.
La vestimenta adecuada, la remera dentro del pantalón; sangre, sudor, lágrimas y sacrificio... Quizá todo esto no sea algo común para el que juega este deporte, y tampoco necesario. Pero Nakandakare establece una especie de pirámide, con una base en donde se encuentran los aficionados, un nivel intermedio con jugadores avanzados y, en la cima, los de selección. "Si se tiene un nivel alto, el comportamiento también debe ser alto", exige, cosa que, en el grupo del seleccionado, según ha notado, muchas veces no ocurre, y sí, más de una vez, ha llamado la atención y hasta ha pedido a jugadores que se retirasen del lugar, que se fuesen a sus casas, por conversar o no demostrar ganas de entrenar.
"Muchos dicen que ese es el comportamiento de los argentinos, pero no debería ser así. Los jugadores de mayor nivel se tienen que distinguir del resto, tienen que ser ejemplos en comportamiento, vestimenta y no sólo en juego". Esto, asegura, debería ser algo natural, asumido. "Hay que sentir orgullo de ser tenimesista".
"Esa es la base que hay que empezar a construir".
-Sensei, usted salió primero en el Abierto de la República...
-Sí, primero, en Mayores de 45.
-¿Y cuántos años tiene?
-61.
-¡No se not
Pese a que hoy se dedica exclusivamente a la enseñanza del tenis de mesa, Isao Nakandakare aún deja ver, de vez en cuando, al jugador que lleva dentro, tal como lo ha demostrado en el torneo internacional Abierto de la República, organizado en diciembre por la Federación Argentina, o en varias de las competencias que se han realizado en la colectividad.
"A mí me gusta mucho el tenis de mesa", aclara, como si hiciera falta.
Sensei, como lo suelen llamar, llegó en abril como voluntario senior de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), para colaborar, por dos años, con la Federación Argentina de Tenis de Mesa.
En su currículum se destacan un torneo en su época de Junior, dos copas nacionales en dobles, y representante del equipo nacional en 1977, además de haber sido coach del equipo japonés y entrenador de la Universidad de Senshuu.
Ex empleado de la empresa Citizen, entre 1984 y 1988 estuvo en Hong Kong, y luego, entre el 91 y el 94, en Panamá. En el país caribeño también fue instructor de tenis de mesa y colaboró con la federación panameña.
Perteneciente a la "Generación Dankai", los nacidos entre 1947 y 1949, en Japón, y la cual reconstruyó y desarrolló a un país sin recursos naturales hasta convertirlo en la segunda economía del mundo, Nakandakare se reconoce estricto.
"Mi manera de enseñar es muy dura". Y si bien su idea principal es levantar el nivel del tenis de mesa en nuestro país, cree que, desde la base, hay mucho por corregir, según ha observado durante casi nueve meses.
"A los argentinos y a los hijos de inmigrantes japoneses les gusta mucho jugar, pero les falta actitud. Por eso, yo quiero un pensamiento más elevado, un alto nivel de pensamiento para el tenis de mesa", señala, y aclara: "Hay que aumentar la calidad de juego y la calidad humana. Estos son elementos para mejorar el deporte y a las personas".
Con esa idea, además de supervisar entrenamientos de la selección nacional, ha comenzado a dirigir prácticas en Burzaco, Varela, La Plata, José C. Paz, Seibu y COA, y, también, un curso destinado a entrenadores, en donde ha subrayado cuatro puntos que considera fundamentales: corazón, técnica, físico y conocimiento. Son esas cualidades, remarca, las que conforman "el camino del campeón", un sistema que, como tal, depende de cada uno de sus componentes y de sus interrelaciones.
La parte técnica y física no necesitan mayores explicaciones; en "corazón", Nakandakare enumera la educación, la humildad, la actitud como jugador, "ser buena persona, por sobre todo. Eso va a hacer crecer al tenis de mesa". Con "conocimiento", finalmente, el sensei explica: "Es saber por qué es necesaria la técnica, el físico y por qué hay que tener corazón. En Japón, hasta el secundario, los entrenadores enseñan las técnicas, pero luego (al egresar) se está libre de todo y muchos no saben cómo actuar, cómo seguir. Por eso, hay buenos jugadores hasta el nivel secundario, pero luego se estancan. Cuando se llega a un nivel alto, es necesario comprender estrategias y otros aspectos".
A menudo se dice que el tenis de mesa es el deporte con más federados en el mundo, pero en el país de la de cuero, el dato parece ser un mito para aquellos que popularmente conocen el "ping pong". Sensei, sin embargo, se ha sorprendido por la difusión del takkyu en la Argentina, en particular, como así también por el hecho de haber encontrado, acá, a otros Nakandakare, como integrantes de una colectividad nikkei.
Lo negativo, igualmente, lo viene observando en el tema educacional. Sensei recuerda, anecdóticamente, la cantidad de botellas de agua vacías tiradas por todo el estadio en donde se jugó el nacional, en el Chaco, y a una entrenadora de selección con escoba y pala en mano, limpiando el lugar, una vez finalizado el torneo. Es que, aparte de observar a los jugadores, también ve el ambiente y la organización en general, aspectos en los que, asegura, la Argentina aún debe mejorar bastante.
La vestimenta adecuada, la remera dentro del pantalón; sangre, sudor, lágrimas y sacrificio... Quizá todo esto no sea algo común para el que juega este deporte, y tampoco necesario. Pero Nakandakare establece una especie de pirámide, con una base en donde se encuentran los aficionados, un nivel intermedio con jugadores avanzados y, en la cima, los de selección. "Si se tiene un nivel alto, el comportamiento también debe ser alto", exige, cosa que, en el grupo del seleccionado, según ha notado, muchas veces no ocurre, y sí, más de una vez, ha llamado la atención y hasta ha pedido a jugadores que se retirasen del lugar, que se fuesen a sus casas, por conversar o no demostrar ganas de entrenar.
"Muchos dicen que ese es el comportamiento de los argentinos, pero no debería ser así. Los jugadores de mayor nivel se tienen que distinguir del resto, tienen que ser ejemplos en comportamiento, vestimenta y no sólo en juego". Esto, asegura, debería ser algo natural, asumido. "Hay que sentir orgullo de ser tenimesista".
"Esa es la base que hay que empezar a construir".
4 comentarios:
Gracias Fede por subir la nota.
La verdad es esa y hay que mejorar mucho, tenemos mucho para aprender y hacer un tenis de mesa de mejor calidad.
Nos vemos
idem a rooku dijo...
saludos
idem a Anónimo dijo...
saludos bis
Chee muy buena la nota, aunque esta medio escondida :P. Pense qe aparecia en el home de la pagina...
Nacho
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